Había una vez un cortador de piedra que no estaba satisfecho
consigo mismo y con su posición en la vida. Un día pasó por la casa de un rico
mercader. A través del portón abierto, vio muchas riquezas y visitas
importantes. "¡Qué poderoso debe ser ese mercader!" pensó el cortador
de piedras. Se puso muy envidioso y deseó poder ser como el mercader.Para su sorpresa,
repentinamente se transformó en mercader, disfrutando más lujos y poder que los
que jamás pudo imaginar, pero era envidiado y detestado por aquellos con menor
riqueza que él. Pronto un alto oficial pasó por allí, llevado en andas en un
trono, acompañado por lacayos y escoltado por soldados sonando gongs. Todos,
sin importar su riqueza, tenían que inclinarse ante la procesión. "¡Qué
poderoso es ese oficial!" pensó. "¡Quisiera ser un alto
oficial!"Entonces se transformó en un alto oficial llevado a todos lados
en andas en su adornado trono, temido y odiado por toda la gente de los
alrededores. Era un caluroso día de verano, por lo tanto el oficial se sentía
muy incómodo en el trono.
Solo ideas, pensamientos, ilusiones, utopías... simples palabras que acechan en la penumbra.
viernes, 29 de junio de 2012
miércoles, 20 de junio de 2012
La rana y el alacrán (Fabula)
Una rana se disponía para lanzarse a la corriente de un caudaloso río, así cruzarlo y alcanzar la otra orilla cuando escucha una voz que, casi suplicando, le pide, “¿No me pudieras llevar sobre tu espalda? Yo también necesito cruzar y alcanzar la otra orilla, pero no se nadar”.
La rana dirige su mirada hacia el lugar donde emergía la voz y, ante su vista, aparece un impresiónate alacrán haciendo la solicitud.
La rana, piensa un par de segundos y responde con otra pregunta “¿Qué crees estoy loca? Si te llevo sobre mi espalda, corro el peligro de que me claves esa venenosa ponzoña que tanto has utilizado para hacer el mal, y me ahogo”.
El alacrán responde con gran sabiduría y convencimiento: “¿Como piensas sería capaz de semejante disparate? Si lo hiciera, moriríamos los dos pues repito, yo no se nadar y me urge llegar a la otra orilla”.
miércoles, 6 de junio de 2012
Regalar la luna
Un Maestro Zen con una forma muy simple de vivir, habitaba en un pequeña cabaña al pie de una montaña. Una noche, mientras el maestro no estaba en casa, un ladrón entró a la cabaña y se dio cuenta que no había nada para robar.
El Maestro Zen volvió justo en este momento y encontró al ladrón.
Dijo al extraño:
- Has hecho un largo camino para visitarme
- … y no deberías regresar con las manos vacías.
- Por favor, toma mis ropas de regalo.
- Has hecho un largo camino para visitarme
- … y no deberías regresar con las manos vacías.
- Por favor, toma mis ropas de regalo.
El ladrón estaba asombrado, pero tomó las ropas y escapó.
El Maestro se sentó desnudo, observando la luna.
- Pobre hombre, murmuró.
- Hubiera querido darle esta hermosa luna
- Pobre hombre, murmuró.
- Hubiera querido darle esta hermosa luna
Fuente: tradicional Zen
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